¡Gracias Ivo! . ¡Gracias Bulgaria!
Tuve la inmensa suerte de poder visitar un país maravilloso como es Bulgaria de la mano de Ivo, buen conocedor de su país de origen, amigo divertido, conversador estupendo y muchas virtudes más. También nos acompañaban Jordi y Gemma, una pareja de inmejorables compañeros de aventura. A pesar de que Ivo y yo siempre decimos: «Lo que pasó en Bulgaria se queda en Bulgaria» , hoy os voy a contar un par de días del viaje que fueron muy especiales. Nos vamos al corazón de las Montañas de Rila donde está el Monasterio de San Ivan Rilski y su tumba-cueva. ¿Os venís?
Nos dirigimos hacia las montañas de Rila, no sin antes hacer una parada en el camino para que probemos el yogurt búlgaro. Ivo nos explica que esta delicia gastronómica conocida en el mundo entero tiene su origen precisamente en Bulgaria. Sinceramente, siempre había pensado que el yogurt era griego «Joroña que Joroña», pero no. Hace más de 6.000 años que las tribus tracias que poblaban ese país descubrieron que una bacteria que sólo existe en Bulgaria fermentaba la leche y obraba el milagro.
Las montañas de Rila están en el sudoeste de Bulgaria, y son las más altas del país y de los Balcanes. Rodeado por estas montañas y en un sitio espectacular en el profundo valle del rio Rilski está el Monasterio de San Iván. Este santo, canonizado por la Iglesia Ortodoxa fue un ermitaño que vivía en una oscura grieta en las rocas en la que apenas se podía mover. Curaba a gente y realizó milagros. Y nosotros nos disponíamos a dormir en celdas de monje y a cumplir el rito de atravesar esa especie de cueva. Camino de hacernos santos íbamos ¿no? jajaj
Dejamos las bolsas en las celdas y nos dirigimos hacia donde indicaban unas flechas de madera escritas en cirilíco y que Ivo nos tradujo: Tumba de San Ivan. Vamos bien. Entre hayas y vegetación diversa nos adentramos montaña arriba. En todo el ascenso solo nos cruzamos con un par de excursionistas. ¡Venga, venga ya queda poco! Una vez arriba y en medio de la espesura hay una ermita dedicada a San Ivan y al lado el hueco entre rocas por el que hay que meterse, arrastrarse mientras notas todas las aristas de piedra que te van rozando el cuerpo, y finalmente salir. Parece ser que se te borran los pecados si lo consigues. Yo no estoy muy convencida de poderlo lograr, pues soy una «pecadora de la pradera» jeje pero Ivo me dice que él entra primero y que me irá guiando. Allá vamos. En la oscuridad total, pues no llevamos frontal ni luz alguna, comienzo a serpentear como puedo. Me alegro de tener el tipo lo suficientemente fino como para no quedarme atascada. Ivo se retuerce como puede y me da la mano aunque es imposible que me pierda. Estoy como el título de la película ¡Atrapada sin salida! Finalmente se ve un rayo de luz, ya llegamos. Ivo sale primero y me hace la foto, que la ocasión merece un pequeño postureo por mi parte.
También me dice que lo que yo he hecho solo lo logran las personas de gran corazón y que, como yo lo soy, pues por ese motivo lo he conseguido. Es una leyenda búlgara pero suena taaaaaaan bonito. ¿No os parece? Después de esta aventurilla bebemos agua de la fuente del santo, escribimos un deseo en un papelito y lo metemos entre las rocas al lado de su imagen. Y para abajo que nos cierran el monasterio. Llegamos a tiempo de cenar en un sitio con encanto, fuera, en una mesa de madera y bancos donde se oye y se ve correr el agua del río. Una comida excelente de gastronomía búlgara con el plato estrella de la zona, la trucha pescada en el Rilski.
Después de pasar un buen rato y con el estómago reconfortado nos dirigimos al interior del monasterio. Las puertas del mismo quedan cerradas durante toda la noche, así que nos gusten o no las celdas, allí dormiremos. Las habitaciones son austeras como corresponde a la vida monacal, pero se está muy bien escuchando los sonidos del río y la naturaleza impresionante que nos rodea. Antes de que nos visite Morfeo, unas buenas risas y ……. Sssssssssssssh.
Amanecemos entre cánticos de los monjes y nos vamos a visitar el lugar en el que estamos. El Monasterio de San Ivan de Rila es un centro espiritual y de peregrinación. Admiramos las pinturas de los techos, toda la arquitectura que asoma entre impresionantes árboles y montañas. Ivo explica las costumbres de la iglesia ortodoxa, los iconos, porqué ponen y cuando ese tipo de velas etc Muy interesante y un lugar magnífico que nunca olvidaré.
Esta pequeña historia sobre mi estancia en Bulgaria toca a su fin. Nos vamos que el viaje continúa. Pero eso será en otra ocasión.
No me despido sin antes mandar desde aquí un beso muy grande a Ivo. Y para vosotros, los lectores que hayáis resistido hasta aquí ¡¡¡¡Petons, petons i petons!!!!
Carol
muy buena la explicación y amena, que es de lo que se trata, amiga mia estás hecha una artista!! sigue así preciosa, besos!!
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Muchas gracias Rafa por los ánimos. Con amigos como tú da gusto escribir. Besos
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